miércoles, 2 de abril de 2014

UNA BOLSA DE AIRE MUY ESPECIAL

El número de automóviles que circulan por las carreteras aumenta de manera imparable. Cada vez son más rápidos y ligeros lo que se traducen en la posibilidad mayor de accidentes. Por todo ello los elementos de seguridad en los automóviles han cobrado una importancia decisiva en el diseño y fabricación de los mismos. Ejes de volantes que colapsan, cinturones de seguridad automáticos, asientos adaptables, barras de acero de protección lateral, sistema antibloqueo de frenos (ABS), bolsas de aire (airbags) y otros muchos, son términos que hacen referencia a los diversos elementos de protección que están presentes en los coches que conducimos a diario.

Los primeros airbags comerciales para automóviles aparecieron en la década de 1980, aunque su desarrollo se remonta a tiempos de la II Guerra Mundial. Los airbags están diseñados para absorbe el golpe de una colisión cuando el impacto de una parada brusca (aceleración negativa es el concepto físico) provoca el “lanzamiento” del cuerpo del conductor hacia delante (fundamentalmente la cabeza). Esto representa un movimiento que puede causar daños irreversibles en la columna vertebral o en el tórax. Además, el conductor está expuesto al peligro adicional de tener el volante enfrente de él. Este es el motivo por el cual los primeros airbags se instalaron en el centro del volante. En la actualidad, el uso de los airbags se ha extendido al acompañante y a zonas laterales.

Para que un airbag funcione correctamente es necesario que se llene de aire en cuestión de milisegundos. Además, es necesario que comience a disminuir su presión interna en el momento de contacto. Si esto no fuera así, al contacto con la cabeza, por ejemplo, podría resultar más dura la bolsa que una piedra, y por tanto, no resultar un elemento de protección. Un  airbag está formado por cuatro elementos fundamentales:

Bolsa de poliamida. Es un material muy ligero y resistente que inicialmente se encuentra doblada ocupando un espacio mínimo.
Un juego de sensores electrónicos.
Un microprocesador.
Un generador de gas.

Los sensores y el microprocesador calculan constantemente los impulsos de velocidad, aceleración y esquemas de frenado y los comparan con los datos almacenados en el procesador. En caso de accidente, el microprocesador evalúa la violencia del choque y dispara la reacción de generación de gas solamente si la velocidad del automóvil supera los 40 km/h.

El generador de gas es una mezcla de tres sustancias: NaN3, KNO3 y SiO2 cuya ignición se produce mediante un impulso eléctrico enviado por el microprocesador, causando una pequeña detonación, llamada deflagración, que libera el volumen de nitrógeno gas necesario para llenar la bolsa. El nitrógeno se produce por la descomposición de la azida de sodio de acuerdo con el proceso:

2 NaN3 (s)  →  2Na(s)  +   3N2(g)

El sodio producido es enormemente peligroso debido a que reacciona violentamente en cuanto se pone en contacto con humedad. Para evitar esto, se hace reaccionar con nitrato de potasio:

2 KNO3(s)  +  10 Na(s)  →  K2O(s)  +  5 Na2O(s)  +  N2(g)

Finalmente, los óxidos metálicos, fuertemente alcalinos y reactivos, es aconsejable estabilizarlos, y para ello se hacen reaccionar con dióxido de silicio para convertirlos en un silicato mixto de aspecto vítreo:

K2O(s)  +  Na2O(s)  +  SiO2(s)  →  Silicato alcalino (vítreo)

A la vista de las ecuaciones, y con leves conocimientos de estequiometria, resulta sencillo saber las cantidades de gas que se producen:

2 moles de azida sódica (NaN3) producen 3,2 moles de nitrógeno (N2)

130 g de azida sódica producen 70 litros de nitrógeno en condiciones estándar de presión y temperatura


Por último, un vídeo ilustrativo del funcionamiento del airbag: